La presente
redacción va dedicada a todos aquellos que viven apasionados, ¡¡¡Felicidades!!!
Lo cierto es que si no fuera así, lo vas a reflejar. Hay cosas que no se pueden ocultar, la decepción, la desilusión, la insatisfacción… la apatía.
Tengo la
fortuna de tener amigos y haber conocido a varios estilistas profesionales, a
quienes en muchas ocasiones envidie por el maravilloso trabajo que realizaban. No
me refiero únicamente a su increíble destreza cortando el cabello o dándole color,
maquillando, etc. Sino a la
transformación en el semblante de sus clientes. El resultado de un excelente
trabajo se reflejaba no sólo en un peinado digno de un comercial de shampoo,
sino en la seguridad, en la felicidad, en la sonrisa de satisfacción de quien
pasaba por sus manos y por ello pensaba que era el trabajo más grandioso que cualquiera
pudiera tener. Tocar así el corazón de las personas debía ser un honor, prácticamente
un don.
Me parece
que no había puesto mucha atención a mi entorno, ya que ahora puedo percibir
esa misma sensación de satisfacción y sonrisas de felicidad por doquier… La de
una persona que entra a su casa después de que ha sido limpiada con esmero y
dedicación por parte de quien le ayuda en esta actividad; la de una persona que
prueba un excelente guisado, elaborado con buenos ingredientes, limpieza y
sazón; quien recibe su auto como si fuera nuevo después de un excelente
servicio de mecánica o tan solo por un excelente trabajo de limpieza y
encerado, la de un jefe que mira complacido a su colaborador por el excelente
contrato que acaba de cerrar, en fin… los ejemplos son innumerables, porque no
importa a lo que te dediques, ni al cliente que te dirijas, todos tenemos esta
capacidad de tocar el corazón de los demás y crearles satisfacción por el
trabajo que desarrollamos para ellos.
Si tú
relación, no es con los clientes externos; tus compañeros o tú propio jefe
serían el equivalente al cliente que está esperando un excelente servicio de tú
parte, no importa sí la actividad que realizas es sencilla o es muy complicada,
cualquiera que ésta sea, tiene un propósito para alcanzar los objetivos de la
organización en la que te desempeñas, de lo contrario, créeme… ya la hubieran
eliminado del organigrama.
Otra cosa de
la que me he podido percatar, es que, esta generación de satisfacción hacia el
cliente siempre, siempre, siempre, va asociada a importantes cantidades de un
catalizador que todos deberíamos tener, usar y capitalizar “La Pasión”.
Las
historias de éxito en cualquier ámbito, siempre han sido protagonizadas por
hombres y mujeres llenos de “Pasión”. Los
grandes genios de las artes, las ciencias, la estrategia militar, los negocios,
etc. se han caracterizado por poseer un sentimiento o emoción intensa sobre alguien
o algo, que los lleva a realizar obras espectaculares. No sé si tú, o yo,
lleguemos a formar parte de la historia, pero sí estoy segura de que si
actuamos con “Pasión” podremos hacer una diferencia importante en cualquier lugar
o cosa que hagamos.
¿Desarrollas
una actividad que te llena de pasión?
La pasión te
levanta, te motiva, te inspira, te llena de energía, te hace sonreír y (creo
yo) te lleva a la búsqueda de la satisfacción de los demás, porque desearías
que el mundo estuviera en la misma vibración en la que tú estás. Lo cierto es que si no fuera así, lo vas a reflejar. Hay cosas que no se pueden ocultar, la decepción, la desilusión, la insatisfacción… la apatía.
Así como el
mundo está lleno de sonrisas de satisfacción, también hay un sinfín de ejemplos
de personas que andan por la vida sin pasión, llevando su insatisfacción
personal a la insatisfacción de sus clientes (y más preocupante aún, inclusive
a sus propios hogares). ¿Cuántas veces te has sentido defraudado del importe
que pagaste por un servicio? ¿Cuántas veces en lugar de sonreír, sales con una
mueca, un malestar, un enojo? ¿Cuántas veces en lugar de facilitar un proceso,
contribuiste para hacerlo burocrático y poco eficiente? Los refranes están
llenos de sabiduría “No hagas a otros, lo que no quieras que te hagan a ti”.
Insisto en
que no importa la actividad que desarrolles, apasiónate y sé el mejor… la mejor
ama de casa, el mejor policía, la mejor enfermera, el mejor panadero, el mejor
maestro, el mejor publicista, etc. Y si crees, que no te encuentras en el lugar
correcto, recuerda las sabias palabras de Confucio: “Escoge un trabajo que te
guste y no tendrás que trabajar, ni un solo día de tú vida”
Y
considerando en que “Todos somos clientes”, te comparto una última frase, relativa
a la belleza del servicio y nuestra satisfacción:
“No hay mayor felicidad, que ser cómplice de la felicidad de los demás” (Carmina Martorell)
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